
Pocas figuras en la historia antigua han sido tan célebres, tan deseadas y tan polémicas como Helena de Troya. Hija de Zeus y símbolo universal de la belleza, su rostro —según la leyenda— fue capaz de provocar una guerra que duró diez años y enfrentó a los más grandes héroes del mundo antiguo.
Pero Helena fue mucho más que un cuerpo hermoso. Fue reina, prisionera, musa… y mito eterno.
¿Quién fue Helena de Troya?
Helena nació en Esparta, fruto de la unión entre Zeus (quien adoptó la forma de cisne) y Leda. Desde su infancia fue admirada por su hermosura divina, y su destino estuvo marcado por ello. Fue casada con Menelao, rey de Esparta, pero un día Paris, príncipe troyano, llegó a su corte… y la historia cambió para siempre.
Ya fuera por amor, por deseo o por manipulación de los dioses, Helena abandonó su tierra junto a Paris, y desató la furia de los aqueos. Diez años de guerra, miles de muertes, y un imperio incendiado… por ella.
¿Fue traidora o víctima? ¿Heroína o excusa para la guerra? Lo cierto es que su mito ha sobrevivido siglos, y su nombre sigue siendo sinónimo de una belleza tan intensa que altera el destino.
Belleza como poder
Helena representa una feminidad que es a la vez divina e inalcanzable. Una figura que nunca fue completamente libre, pero siempre fue protagonista. Su historia plantea una verdad incómoda: que el poder femenino, incluso sin buscarlo, puede mover imperios.
Helena inspira nuestra colección de sandalias planas
En Calzados Gea, hemos querido rendir homenaje a esta figura icónica con un diseño que refleja su brillo inmortal. Las Sandalias Doradas Helena son pura elegancia clásica: doradas como el sol que bañaba las murallas de Troya, luminosas como el mito que nunca se apaga.
- Sandalias Doradas Helena 001 : Un diseño que destila realeza, belleza y presencia. Para pisar el mundo como una leyenda viviente.
Una huella dorada en la historia
Helena no eligió ser símbolo, pero lo fue. Y como ella, muchas mujeres hoy caminan entre el juicio y la admiración, entre el mito y la realidad. Estas sandalias están hechas para ellas: para quienes no piden permiso para brillar.